
San Agustín, 22 de julio de 2025. En el corazón del Parque Natural Regional Corredor Biológico Guácharos-Puracé, un grupo de mujeres campesinas está liderando una inspiradora iniciativa que conjuga la seguridad alimentaria con la conservación ambiental. Gracias a un acuerdo con la Corporación Autónoma Regional del Alto Magdalena (CAM), estas «Guardianas de la Madre Tierra» cultivan alimentos, al tiempo que protegen los valiosos ecosistemas de esta área protegida del Huila.
Vocera de la CAM, Llysel Suárez Collazos – Profesional PNR CBGP de la CAM
La historia se teje en la vereda Marsella del municipio de San Agustín. Allí, seis mujeres organizadas en la Asociación Guardianas de la Madre Tierra cultivan con esmero cebolla, zanahoria, lechuga y plantas medicinales. Su labor va más allá de la producción; se centra en la conservación de los suelos, los bosques y las fuentes hídricas del territorio.
«Nos unimos seis mujeres que ya veníamos trabajando desde antes con cebollas. Después seguimos con la CAM, con quienes hemos cultivado más hortalizas y plantas medicinales», cuenta María Quinayas Anacona, una de las líderes del grupo, destacando la importancia del trabajo comunitario.
Apoyo de la CAM para la Sostenibilidad y Conservación
La iniciativa surgió en 2024, cuando la CAM identificó a este grupo de mujeres. Llysel Suárez Collazos, profesional de la CAM, explica que, aunque inicialmente trabajaban huertas orgánicas familiares, la corporación decidió fortalecer su labor: «En cooperación con el equipo técnico de la corporación decidimos fortalecer su trabajo, entregarles insumos, brindar formación en la elaboración de abonos orgánicos y acompañarlas con asistencia técnica continua».
La única condición para recibir este apoyo es el trabajo en comunidad y el compromiso genuino con la conservación de los recursos naturales. La CAM ha provisto a estas mujeres con herramientas esenciales como plásticos, semillas, bombas de fumigación, bioinsumos, canecas y bandejas de germinación, permitiendo la implementación de una huerta semitechada que, además de producir alimentos saludables, se ha convertido en un valioso espacio de aprendizaje.
Fabiola Martínez, integrante del grupo, resalta el impacto del apoyo: «El apoyo que hemos recibido es mucho, porque antes cultivábamos de forma independiente. Ahora trabajamos unidas y recolectamos productos para nuestras familias. Sin olvidar que nosotros nos organizamos con la idea de cultivar pero también conservar el medioambiente». Ricardina Anacona añade: «Hemos recibido acompañamiento técnico, mangueras, semillas, plásticos, abono y eso nos ayuda a trabajar mejor sin afectar la naturaleza”.
Para la CAM, proyectos como este representan una alternativa real y efectiva de conservación comunitaria. Óscar David Rodríguez, profesional de la CAM para el sur y occidente del Huila, subraya que «con las comunidades venimos acompañando todo el proceso de implementación de los proyectos productivos. Ven en nosotros una esperanza porque compartimos el conocimiento para manejar adecuadamente los recursos que tienen en sus predios”.
Sembrando Futuro: Relevo Generacional y Mensaje de Unidad
La huerta comunitaria también es un espacio donde se vive un proceso de relevo generacional. «Aquí hay mujeres de distintas edades y cada una tiene su papel», comenta Nancy Helena Navia Martínez, evidenciando cómo el conocimiento y el amor por la tierra se transmiten entre abuelas, madres y jóvenes, asegurando la continuidad de estas prácticas sostenibles.
Más allá de cultivar alimentos, estas mujeres están sembrando un futuro. Con prácticas tradicionales y sostenibles, no solo conservan el ecosistema del Parque Natural Regional Guácharos-Puracé, sino que también fortalecen la autonomía alimentaria de sus familias y demuestran el poder de la acción colectiva.
«El mensaje es que trabajemos unidos por la conservación. Cuando actuamos en comunidad, el impacto es mucho mayor y este corredor biológico es ejemplo de ello», concluye Llysel Suárez.







